Nuevas enfermedades zoonóticas, que saltan de los animales a los humanos, han surgido cada vez más en las últimas décadas. Tal es el caso del ébola, el SARS y, más recientemente, el COVID-19. A medida que los humanos infringen entornos que alguna vez fueron salvajes y los animales pierden sus hábitats, corremos un mayor riesgo de que las enfermedades zoonóticas pasen de los animales a los humanos. La conservación de la biodiversidad debe ser una inversión estratégica y no negociable para preservar nuestra salud, prosperidad y seguridad.
Si continuamos destruyendo el mundo natural, veremos más brotes como el COVID-19 y la próxima pandemia podría ser aún más mortal y costosa.
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