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Desde la revolución agrícola, hemos ido diseñando formas cada vez más ingeniosas de despojar al mundo de sus recursos naturales, por lo general formas que contaminan, agotan y degradan los ecosistemas de los que dependemos. Pero hoy en día, estamos utilizando la tecnología en todo el mundo para reparar algunos de los daños, con resultados sorprendentes.
Peligros como enredarse en las artes de pesca, chocar con los barcos, ingerir plásticos y desorientarse por la contaminación acústica submarina están pasando factura al número de ballenas y delfines. Y el cambio climático también está teniendo un grave efecto.
A medida que los animales de presa se desplazan en respuesta a los cambios de temperatura del océano, a estos grandes mamíferos marinos les resulta más difícil encontrar alimento.
Pero hoy en día, la tecnología está ayudando a hacer su mundo más seguro. El proyecto Protegiendo los corredores azules, que rastrea las marcas colocadas por satélite en cientos de ballenas de todo el mundo, ofrece a los investigadores una imagen mucho más clara de las rutas migratorias que siguen las ballenas.
Una marca satelital es colocada en un delfín de río. © Jaime Rojo / WWF US
También señala dónde podrían cruzarse estas rutas con amenazas para las ballenas, como las rutas marítimas, tanto ahora como en el futuro.
La misma tecnología está ayudando a los científicos a estudiar los delfines de río en los ríos Amazonas, Yangtsé e Indo.
En grandes vías fluviales como éstas, la contaminación, las presas hidroeléctricas y las estructuras que desvían el agua para el riego pueden suponer una grave amenaza para los delfines.
Si los observan más de cerca, los investigadores podrán idear soluciones a los problemas que afrontan estas escurridizas criaturas.
Revolucionando la agricultura
Nuestro enfoque actual de la agricultura a gran escala es insostenible.
La tala de enormes extensiones de tierra para crear campos para un solo cultivo destruye la biodiversidad. Los herbicidas, pesticidas y fertilizantes dañan los ecosistemas mucho más allá de los límites de la explotación.
Un planteamiento mucho mejor es cultivar varias cosechas diferentes junto con hábitats para la fauna e incluso el ganado, todo en la misma tierra y al mismo tiempo. De este modo, las explotaciones se convierten en entornos biodiversos que sustentan a las especies que polinizan las plantas, se comen las plagas y fertilizan el suelo.
Aquí es donde entran en juego las nuevas tecnologías inteligentes. Por ejemplo, ahora los sensores del suelo pueden recoger datos sobre nutrientes y niveles de agua, y los drones pueden vigilar la salud de los cultivos desde arriba.
Esta información se comparte con robots de campo que identifican las plantas cultivadas y aplican la cantidad precisa de agua o fertilizante que necesitan.
La tecnología necesaria para lograrlo ya existe. En la «Granja del futuro» de Lelystad (Países Bajos), los investigadores utilizan robots, sensores y vehículos sin conductor para mejorar el suelo, reducir el impacto sobre el clima y aumentar la biodiversidad.
El pensamiento inteligente y tecnológico también está marcando la diferencia en la India. Los agricultores de algunas zonas remotas del país utilizan cápsulas de frío alimentadas por energía solar para conservar sus productos y reducir el desperdicio de alimentos.
Monitoreando los niveles del agua
No hay recurso natural más preciado que el agua dulce. Pero en algunos lugares, se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso.
Gracias a la deforestación, el cambio climático y las demandas de una población creciente, las masas de agua naturales de Brasil cubrirán en 2023 un 30% menos de superficie que tres décadas antes. Solo sabemos esto gracias al proyecto MapBiomas del agua.
Los satélites Landsat 5, 7 y 8 entre 1985 y 2023. En conjunto, las imágenes cubren 850 millones de hectáreas del territorio brasileño.
Gracias a la IA y al aprendizaje automático, el equipo pudo analizar los cambios en el agua con gran detalle en vastas zonas y extraer conclusiones significativas.
Global Water Watch es otro proyecto que proporciona información vital a gran escala.
Aprovechando la potencia de la IA y de complejos algoritmos, produce datos de alta resolución sobre la cantidad de agua en embalses y grandes sistemas fluviales, casi en tiempo real.
Cualquiera puede acceder gratuitamente a esta información. Esto permite a las personas con poder tomar decisiones informadas sobre la mejor manera de gestionar el cambio climático y responder a fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones y sequías.
Otro uso de la inteligencia articial se está llevando a cabo en México para mejorar las acciones de restauración de manglares y las medidas de adaptación climática de las comunidades costeras. El proyecto ManglarIA combina el poder de la inteligancia artifical para analizar una gran cantidad de datos meteorológicos con la participación comunitaria y académica.
Frida Castillo y Gonzalo Sansón, de WWF México, revisan una estación meteorológica del proyecto ManglarIA, en Yucatán. Rodolfo Pérez / WWF México / CC BY-NC 4.0,
Plantando árboles
Desde el Amazonas hasta el Ártico, la frecuencia e intensidad de los incendios forestales están aumentando en todo el mundo.
A principios de este año, el Amazonas se enfrentó a incendios récord que quemaron 12.000 kilómetros cuadrados de selva tropical y los incendios forestales de Canadá a partir de 2023 emitieron más carbono que algunos de los países con mayores emisiones del mundo.
El cambio climático y los incendios forestales crean un círculo vicioso, alimentando mutuamente su intensidad y duración. Los incendios forestales actuales son mayores, más destructivos y duran más que nunca.
Koala que ha bajado de un árbol tras un incendio forestal, Victoria, Australia. © naturepl.com / Doug Gimesy / WWF
Al rescate acude una empresa llamada AirSeed Technologies, cuyos drones especializados pueden plantar hasta 40.000 semillas al día.
También realizan labores de «vigilancia y protección proactiva», utilizando la inteligencia artificial de los drones para identificar qué especies se han establecido con éxito y cuáles no.
El resultado es un sistema que puede restaurar la tierra 25 veces más rápido que la siembra tradicional, a una fracción del coste.
Está claro que la tecnología ya nos está proporcionando muchas de las herramientas que necesitamos para supervisar, modelar y gestionar con éxito nuestros recursos naturales de una manera más sostenible. A medida que mejoran los robots, la IA y el aprendizaje automático, hay esperanzas reales de que también lo hagan las perspectivas para las personas y la naturaleza.
Con esfuerzos de conservación más ambiciosos y cambios transformadores en nuestra forma de producir y consumir, es posible invertir la pérdida de naturaleza.
Equilibrar el consumo de alimentos de origen animal sin arriesgar el futuro de la vida en la Tierra
Desde el cambio climático hasta la extinción de especies, todos podemos ser parte de las soluciones que ayuden a sanar el planeta.