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Cuando los sistemas naturales sobrepasan un punto de inflexión, las consecuencias pueden ser devastadoras. A veces esto ocurre a nivel local, como el colapso de una pesquería que provoca la pérdida de puestos de trabajo y la reducción de los ingresos en las comunidades costeras. Pero también corremos el riesgo de cruzar puntos de inflexión globales que podrían tambalear el suministro global de alimentos, desencadenar catástrofes generalizadas como incendios e inundaciones, y desestabilizar las economías y sociedades de todo el planeta.
Las primeras señales de alerta procedentes de la observación y las pruebas científicas indican que nos acercamos rápidamente a cinco puntos de inflexión (o no retorno) global. Cada uno de ellos plantea una grave amenaza para la humanidad, los sistemas de soporte vital de la Tierra y las sociedades de todo el planeta.
Las lluvias se están reduciendo en el Amazonas por la deforestación y el cambio climático, hasta el punto de que la región podría dejar de ser apta para albergar un bosque tropical. Esto tendría consecuencias devastadoras para las personas, la biodiversidad y el clima mundial. Un punto de no retorno sería una posibilidad si se destruye el 20-25% de la selva amazónica: y el 17% ya ha sido deforestado.
En la Gran Barrera de Coral, el aumento de la temperatura del mar y la degradación del ecosistema han provocado blanqueamientos masivos de coral en 1998, 2002, 2016, 2017, 2020, 2022 y 2024. A medida que estos fenómenos se hagan más frecuentes, la Gran Barrera de Coral, junto con el 70-90% de los arrecifes de coral de todo el mundo, podrían colapsar como ecosistema. Más de mil millones de personas en todo el planeta dependen de estos arrecifes para alimentarse, tener un medio de vida y protegerse de las tormentas.
Más informaciónDos enormes capas de hielo, en Groenlandia y en la Antártida Occidental, corren el riesgo de sobrepasar un punto de inflexión en el que su deshielo sea irreversible. Esto alteraría la circulación oceánica y provocaría una subida del nivel del mar de varios metros. Esto amenaza a todas las ciudades y comunidades situadas a menos de 10 metros sobre el nivel del mar, más de 1 de cada 8 personas en el mundo.
El colapso del giro subpolar, una corriente circular al sur de Groenlandia, devastaría los ecosistemas marinos, perturbaría otras corrientes oceánicas y cambiaría drásticamente los patrones meteorológicos mundiales. Sobre todo en Europa y Norteamérica, donde al mismo tiempo aumentarían las olas de calor en verano y los inviernos se harían más duros.
En los suelos helados del Ártico hay atrapadas ingentes cantidades de carbono y metano. A medida que se descongelen más zonas de permafrost como consecuencia del calentamiento global, se liberarán más gases de efecto invernadero a la atmósfera: un círculo vicioso que agravará aún más los efectos de la crisis climática.
Los arrecifes son capaces de mantener su salud y resiliencia mientras las presiones humanas -como la sobrepesca o la contaminación- se mantienen por debajo de un determinado nivel.
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Sin embargo, si estas presiones se mantienen o aumentan con el tiempo, se debilita la capacidad de recuperación de los arrecifes. Esto los hace especialmente vulnerables a impactos futuros.
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Con el arrecife debilitado, basta que sigan las presiones o que se produzca un impacto repentino -como los cambios en la temperatura del agua por la crisis climática- para empujar al ecosistema al abismo: así se desencadena un episodio de blanqueamiento masivo del coral.
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Aunque algunos arrecifes de coral pueden recuperarse de un episodio de blanqueamiento, es posible que otros nunca lo hagan del todo, ni siquiera si se reducen las presiones. Para los que logran recuperarse, queda una huella: será mucho menos probable que se recuperen en caso de sufrir un nuevo blanqueamiento.
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La emergencia global que sufre la naturaleza tiene repercusiones mucho más cercanas
La biodiversidad, la variedad de la vida en la Tierra, es la red que sostiene nuestras sociedades.